Cómo escribir una novela: la actitud del verdadero escritor

Ordenador, libreta y café

Llegamos al último post en nuestro monográfico sobre cómo escribir una novela, en el que venimos repasando, a modo de compendio, los diferentes consejos y factores a tener en cuenta según la mayoría de manuales dedicados a la creación narrativa.

Y con él os acercamos la última de las premisas que todos ellos suelen recomendar: ten actitud de escritor.

Esto conlleva una serie de convicciones y costumbres que trataremos de repasar y que son de índole muy diversa.

En primer término debemos tener muy claro qué es aquello que nos lleva a escribir, cuál es el motor que nos impulsa. Para ello debemos preguntarnos a nosotros mismos porqué escribimos y ser muy sinceros en la respuesta. Si nuestra contestación apunta hacia el éxito, el reconocimiento, la fama o el dinero la cosa no pinta bien: ni son motivos adecuados para dedicar una vida a escribir (y hacerlo con verdadera ilusión) ni son objetivos fácilmente alcanzables en el panorama literario actual.

Citando al gran Charles Bukowski, en su poema Así que quieres ser escritor, «Si no te sale ardiendo de dentro (…) no lo hagas».

Escribo por la necesidad de hacerlo. Esa parece ser para la mayoría de escritores vocacionales la única respuesta válida y duradera. Cualquier otra respuesta te llevará a desfallecer por el camino.

Otro de los consejos que más repiten los manuales, el cual es de suma importancia, parece ciertamente una mera redundancia: lo mejor que uno puede hacer para escribir es empezar a escribir.

No obstante, si examinamos la frase con atención veremos que encierra una verdad muy grande. Todos los escritores han fantaseado con serlo antes de haber escrito. «Yo escribiría esto, yo plasmaría lo otro. En mis novelas habrá estos elementos y los personajes se comportarán de tal modo»…. pero todo ello es nada, mientras simplemente esté dentro de tu mente. Como hemos visto, la escritura requiere práctica, aprendizaje y constante mejora, pero ello no se producirá hasta que tengas un primer texto que poder mirar críticamente para empezar a pulir tu estilo.

La actitud implica también ser valiente. No dejar que el miedo al error o al fracaso te prive de intentarlo: los errores son la base de las mejoras, son la oportunidad de crecer como escritor. No pienses demasiado en el resultado final, ni en la publicación, ni en los lectores (al menos más de lo necesario ya que la recepción es una parte ineludible del sistema comunicativo y por tanto la novela, como mensaje que es, debe de tenerla en cuenta hasta cierto punto). Simplemente escribe, y no tengas miedo de lo que se te ponga por delante.

Bombilla representando una idea

Otro interesante consejo de cara a tener la actitud necesaria es el siguiente: lee todo lo que puedas. Acércate a autores diferentes, toca todos los géneros, todas las épocas y movimientos. No te limites a leer literatura, lee prensa, ensayos, manuales (es posible incluso que en algún pasaje de tu propia obra tengas que reproducir alguno de esos tipos de discurso). Empápate todo lo que puedas de estilos diversos de los que puedas ir incorporando cosas y sobre todo, culturízate tanto como sea posible: escribir una novela supone un gran volcado de ideas, algo que difícilmente se puede hacer con la cabeza vacía de contenido.

Otro de los componentes de la correcta actitud es la predisposición a no decaer. No dejes tu obra a la mitad, gestiona bien las energías: es una carrera de fondo. Muchos escriben durante el primer mes sin parar y después le dedican un par de horas cada fin de semana en completar el resto de la novela, obteniendo por supuesto resultados desiguales en ambos períodos. Supera los bloqueos cuando éstos se produzcan, simplemente despéjate haciendo alguna otra cosa y después enfrentate a ellos con la mayor de las energías.

También es importante estar alerta, dejar que el proyecto de escritura empape tus días y tener los ojos y las orejas bien abiertas: en el día a día encontrarás cosas que ir incorporando a tu obra y que seguramente te salvarán del bloqueo en más de una ocasión.

Hemos dejado para el final los dos consejos que juzgamos más importantes de los que los manuales de creación narrativa suelen ofrecer.

Uno sería el siguiente: Constancia y rutina. Ten un horario más o menos fijo, trata de escribir todos los días o de sentarte al menos ante el ordenador o el folio en blanco aunque no te salga nada. Ten un espacio ordenado (aunq sea tu propio orden) en el que poder trabajar sin que nadie te interrumpa y reserva tiempo suficiente. Puedes saber cuando empiezas a escribir pero nunca sabes cuando acabas: si las palabras fluyen siempre es bueno no tener que dejarlo a medias para cumplir con otro compromiso. Escribir requiere un poco de talento y un mucho de esfuerzo, trabajo y dedicación.

Y finalmente el último y el más valioso consejo de todos: disfruta de lo que haces… en caso contrario, nada de esto tendría sentido.


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