La cantidad de autores que existen es inimaginables, millones de personas escriben ya sea por para su propio gusto o para que los demás disfruten. Sin embargo, con tal cantidad de autores, no es de extrañar que hayan algunos que escribieron historias muy buenas y hoy en día son mundialmente reconocidos pero que, en su época, cuando escribieron dichos libros, no fueran conocidos debido al anonimato, una baja difusión o por los innumerables problemas que existían en aquella época y hacía difícil que una persona pobre llegara a ser reconocido.
Hoy os presento 10 de estos autores que seguro que conocéis pero cuyas historias no empezaron a ser significativas hasta después de su muerte.
Stieg Larsson (1954-2004)
No fue hace tanto tiempo cuando la saga Millenium empezó a pisar fuerte, convirtiéndose en una de las mejores sagas del género policíaco. Esta saga cuenta con más de 78 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, además de la versión cinematográfica que se hizo.
Pues bien, este autor estuvo luchando durante muchos años para que se publicara su trilogía y no fue hasta después de su muerte, que esta saga comenzó a tener la repercusión que merecía.
John Kennedy Toole (1937-1969)
Posiblemente uno de los autores que tenía más ganas de publicar, cuál fue el caso que se suicidó tras una depresión en la que entró al ser rechazado por numerosas editoriales. Si este hombre no se hubiera suicidado a los 32 años, hubiera podido ver como su obra, “Conjura de los Necios” ganaba el Premio Pulitzer en 1981. Esta obra pudo llegar hasta nuestras manos gracias a su madre, que la encontró en un cajón y decidió publicarla.
Salvador Benesdra (1952-1996)
Considerado como uno de los representantes de la literatura argentina, fue otro autor que decidió optar por la vía del suicidio en 1996 debido a la frustración que sentía tras los múltiples rechazos de su obra “El traductor” debido a que decían que era demasiado complejo para el lector de la época.
Andrés Caicedo (1951-1977)
Otro autor, en este caso colombiano, que decide suicidarse al considerar que vivir más de 25 años era una vergüenza para el ser humano. Andrés Caicedo fue un crítico de cine y de música. Tras recibir la copia de su libro “Qué viva la música”, satisfecho con la acogida que tuvo, decidió ingerir 60 pastillas de secobarbital.
Witold Gombrowicz (1904 – 1969)
Autor reconocido por su novela “Ferdydurke”, decidió escapar del ambiente intelectual. En 1939 decidió viajar a Argentina, donde pocos días después estalló la Segunda Guerra Mundial, lo que le impidió volver a su país. El autor sobrevivió gracias a diversos diarios de época. Sus libros se encuentran agotados desde hace mucho tiempo.
Roberto Bolaño (1953 – 2003)
Nacido en Chile, es considerado el fundador del movimiento infrarrealista. Solía presentarse a concursos literarios de baja calidad y se convirtió en uno de los escritores más influyentes de la lengua española. Un año después de su muerte tras una falla hepática, se publicó su obra “2666”.
Carlo Collodi (1826 – 1890)
Periodista y escritor florentino, reconocido por “Pinocho”, el niño de madera. La creación de esta historia se realizó para pagar las deudas de su familia. En 1940, varios años después de su muerte, Disney decide hacer una adaptación de esta historia.
Iréne Némirovsky (1903 – 1942)
Judía nacida en Rusia, falleció en los campos de concentración de Auschwitz. Sus hijas sobrevivieron al nazismo y conservaron un cuaderno de su madre y después de 50 años se atrevieron a leerlo, descubriendo la historia “Suite Francesa” y publicándola en 2004.
Edgar Allan Poe (1809 – 1849)
Uno de los personajes más aclamados en la literatura, admirado por grandes escritores como Oscar Wild o Jorge Luis Borges, Poe sufrió un sinfín de desgracias hasta su muerte, en 1849 tras una depresión por la muerte de su mujer. Sus historias surgieron en sus crisis nerviosas generadas por el alcohol, a partir de las cuales escribió cuentos de horror y sobrenaturales.
Frankz Kafka (1883 – 1924)
Kafka fue uno de los escritores más innovadores del siglo XX. Tras una infancia difícil, escribió y publicó algunos tiempos y, poco después, fue diagnosticado de tuberculosis. Dora Diamant guardó en secreto gran parte de sus escritos y a día de hoy continúa la búsqueda de algunos papeles.
Fueron épocas difíciles las que vivieron estos autores, pues la mayoría decidieron optar por la vía del suicidio o murieron a causa de una enfermedad. Lo que está claro es que los siglos XIX y XX no eran años de vida fácil, aunque sin ese tipo de vida gran parte de ellos no serían conocidos hoy en día pues gracias a sus circunstancia escribieron estas obras que tienen tanta repercusión hoy en día.
Interesante lista pero con algún error importante. ‘Ferdydurke’ de Gombrowicz no es para nada una «novela juvenil», a pesar de que el autor la escribiera cuando era joven. ‘Los detectives salvajes’ de Bolaño se publicó en 1998, cinco años antes de su muerte, y le dio ya bastante fama; la que publicaron póstumamente y le dio mucha más fama fue ‘2666’ (aunque apareció en 2004, solo un año después de que muriera).
Muchas gracias por las correcciones, parece ser que me he confundido entre tanta información que circula por internet.
Otro error importante. En vida, Carlo Collodi era muy conocido y querido en su país por sus cuentos infantiles. Que no lo conocieran internacionalmente no significa que no recibiera reconocimiento hasta que Disney adaptó Pinocho. De hecho, en la primera versión del cuento, el muñeco moría ahorcado a manos de la Zorra y el Gato, y la historia terminaba ahí. Fueron tantos los lectores que escribieron cartas rogando a Collodi que «resucitara» a Pinocho, que Collodi retomó y continuó la historia, haciendo que la Doncella de Cabellos Azules lo rescatara. Si no hubiera sido un autor popular en su momento, la obra no habría llegado a nuestros días tal y como ahora la conocemos.
En la lista faltó el genial Miguel de Cervantes, creador de la Novela Moderna con «Don Quijote» (1605-1615), quien en su época fue considerado solo un escritor «festivo», es decir, cómico, humorista, de segundo orden, y muchas décadas después de su muerte en 1616 se inició su valoración como escritor profundo, de amplio contenido filosófico y grandes méritos como renovador de la narrativa. Cervantes aspiró en vida la inmortalidad literaria y sus contemporáneos lo subestimaron y hasta lo tildaron de «ingenio lego», una gratuita descalificación para señalar que careciendo de conocimientos literarios escribió una gran obra por carambola, milagro o casualidad. Falsa tesis derrotada por dos verdades: 1) Era un autodidacta de amplísima cultura literaria. 2) Escribió «El Quijote» con pleno conocimiento y ambición en busca de la inmortalidad literaria que lo consagrara como un nuevo clásico, capaz de ser digno de comparación con Homero, Virgilio, Dante y Aristófanes. Y siglos después de su muerte logró tal fama, soñada y merecida.