Entrevista a Jose F. Alcántara, autor de La sociedad de control: «La tecnología no sirve para controlar a la ciudadanía. La tecnología se utiliza para controlar a la ciudadanía.»

La entrevista que sigue tiene de peculiar que, en las respuestas, se refleja la precisión de un investigador del Laboratorio Láser de la Universidad de Málaga (lo cual no solo no está reñido en absoluto con la plasticidad de los ejemplos que trae a colación cuando es necesario, sino que además es de agradecer, dada la temática tratada). Jose F. Alcántara es el autor del libro La sociedad de control y del blog versvs, tribunas desde las que habla sobre privacidad, sobre ciberderechos, sobre las implicaciones que la tecnología tiene en relación con la libertad y con el control.

Tales implicaciones, lejos de llevarle a la fobia, le han conducido a la reflexión. En sus respuestas, pues, hay una defensa del anonimato, cuando a menudo es considerado uno de los males de internet; una apuesta por la distribución de la información, en el momento en que redes centralizadas como Facebook baten récords de visitas; un dardo claro contra lo que califica como «neolengua», en referencia al concepto acuñado por Orwell; etcétera. Un interesante análisis, en definitiva, sobre «ciertos sueños represivos» que a su juicio hace posible la tecnología, como adelanto de lo que explica en el ensayo La sociedad de control.

¿Se considera usted un tecnófobo? Por lo del uso de las nuevas tecnologías para controlar a la ciudadanía, quiero decir…

¿Tecnófobo? En absoluto, me encanta la tecnología (creo que como a casi todos). La tecnología no sirve para controlar a la ciudadanía. La tecnología se utiliza para controlar a la ciudadanía. Y se utiliza, a su vez, para otras muchas cosas muy provechosas. Lo que hay que conseguir es que tomemos conciencia de esos usos nocivos, porque sólo así conseguiremos limitarlos. Y limitar los usos no es un problema técnico, sino legal. Necesitamos leyes que actúen al modo en que los cortafuegos de un monte: defendiendo nuestros derechos frente a las amenazas.

¿Quién vigila al vigilante?

Más gente de la que el vigilante cree 🙂 En la red y en las calles, al vigilante sólo podemos vigilarlo nosotros. Poner el foco en los abusos del poder que, como en el caso de los gobiernos estatales, detentan por y para el pueblo (o así se supone), precisamente para que sigan usando el poder por y para el pueblo y no contra el pueblo.

En la portada del libro La sociedad de control aparece una imagen similar a la del videojuego del comecocos, en la que el laberinto es como una cárcel, los fantasmas son policías e individuos con actitud sospechosa. Y en esas está el comecocos, tratando de desenvolverse. Ante la contundencia de la imagen, la pregunta es inevitable: ¿Por qué ese título? ¿Por qué esa portada?

La tecnología hace posible ciertos sueños represivos. Si la democracia contemporánea surge en las macrourbes como París, donde la población podía perderse en el anonimato, la tecnología hace posible saber todo acerca de las comunicaciones de las personas, así como conocer su ubicación de forma razonablemente precisa (a veces, extremadamente precisa, con incertidumbres menores a 1m en el caso de GPS o de apenas un centenar de metros en el caso de nuestro teléfono móvil, con tal que estemos en un núcleo urbano poblado). Toda esa vigilancia tiene, seamos conscientes o no, un efecto represivo. Inhibe la comunicación normal de las personas, el modo en que nos comunicaríamos. Si sabes que podrá ser utilizado en tu contra, medirás mucho tus palabras, así como a quién las diriges. Es el ideario panóptico, extendido a las calles. El vigilar y castigar de Foucault. La sociedad de control: un ecosistema en el que las represalias, inevitables tras la pérdida del anonimato, inhiben toda respuesta al poder. Y todos sabemos que la diferencia entre una democracia occidental y una dictadura africana no es que nuestros líderes sean menos corruptos (miren la política interna, o la política europea, para comprobarlo), sino que aquí existe una opinión pública que se puede oponer a esa corrupción y ponerle freno. ¿Qué pasaría si toda oposición fuera represaliada gracias a la pérdida del anonimato?

Pasando a la portada, es obra de Fernando Díaz, un diseñador muy bueno y con mucho talento que desde el primer momento se apropió de la propuesta del pac-man y la llevó más lejos, y con más acierto, de lo que a mí se me habría ocurrido nunca. Escogimos esta portada porque creo que resume muy bien el modo en que podemos encontrarnos si no hacemos algo al respecto exigiendo una defensa legal de nuestra privacidad.

En la presentación del libro, que tuvo lugar en Madrid hace algunas semanas, había varias personas relacionadas con el mundo de la banca, un mundo en el que la cámaras de videovigilancia están a la orden del día. ¿Qué política les aconsejaría seguir, en relación con el respeto a la privacidad, si tuviese la oportunidad de hacerlo?

La seguridad no es una magnitud absoluta. Sino que hay que contemplarla en equilibrio con el precio que pagamos por ella. Si se trata de asegurar el oro depositado en el banco, seguramente hay medidas que compensan (bóvedas blindadas, temporizadores de apertura, sistemas de llave múltiple, …). Si para aumentar la seguridad de su negocio necesitan dañar los derechos de las personas, ya sea usando videocámaras o exigiendo que abras tu vida privada como si fuera un cristal transparente previo paso a la concesión de una ayuda, quizá el precio que están pagando en imagen no les compensará. Los bancos violan nuestra privacidad de forma mucho más agresiva de lo que lo hacen sus videocámaras. Cuando nos piden detalles larguísimos de gastos e ingresos, cuando para hacernos un seguro (aseguradoras y bancos van muy de la mano) nos exigen todo tipo de garantías (económicas, de salud, de hábito, de historial) están exigiendo que les entreguemos nuestra privacidad de un modo que mina totalmente la confianza que el usuario tiene de la banca. La mala fama que tiene la banca se debe no sólo a su falta de transparencia, sino a que esa misma transparencia que ellos no dan nunca es exigida por adelantado y en dosis muy elevadas a todo el que quiera hacer negocio con ellos. Si pudiera hablar a la banca les diría que tienen un problema de imagen porque no han entendido que exigen una transparencia que luego nunca dan. Que a veces el riesgo a conocer un poco menos a tu cliente (el arriesgar a coger algún limón de entre la pila de melocotones) es beneficioso en términos de imagen y quizá les rente mucho más a medio y largo plazo. No digo dar el dinero a tontas y a locas, eso no sería rentable, pero quizá ser más respetuoso con la privacidad de sus clientes.

Jose F. Alcántara, en un momento durante su intervención en la presentación de La sociedad de control.

La centralización de información tiene aspectos positivos, por ejemplo la facilidad de localización. La distribución de la información puede ser útil, por ejemplo para asegurar que nunca se destruye, pudiendo realizar copias con mayor facilidad. Si en ambos modelos hay pros y contras, ¿por qué esta defensa del modelo distribuido para proteger la privacidad? ¿No es una solución solo de medias tintas, ocultarse solo un poco?

Porque sobre todo, esos modelos (el centralizado y el distribuido) representan dos arquitecturas informacionales radicalmente diferentes. En una la información desciende piramidal desde allí donde se encuentra centralizada, pasando los controles que el controlador de la pirámide ha colocado. En el distribuido no hay pirámide, hay multitud de arroyos, como en un deshielo, que fluyen por la periferia del ecosistema informacional. Si alguien intenta cortar el grifo de información, la información fluye alrededor, porque cada nodo está conectado a otros muchos y la información depende de que un único nodo central permita que ésta sea accesible. Los datos quizá son accesibles en un tiempo algo mayor, pero las ganancias de una organización así superan con creces este precio a pagar: la información es más persistente (debido a la redundancia en el almacenamiento) y es más difícil que un poder interesando en filtrarla logre filtrarla. Todo ventajas.

A su juicio: ¿Cuál es el arma de la sociedad de control que ya se esté usando y que pase más desapercibida?

Desde la semántica de combate (eufemismos, neolengua) destinada a vendernos cada medida de control como una ganancia en seguridad (aunque a menudo sean exactamente lo contrario), hasta tecnologías de control ampliamente extendidas (videovigilancia, chips RFID en documentos oficiales) pasando por las inevitables leyes que posibilitan los abusos sin que la ciudadanía pueda reclamar ante una «actividad de espionaje ilegal» por parte del estado, ya que todo está legalizado. Si hay dos leyes que yo tendría que destacar en todo esto, destacaría la que posibilitó el acceso a la traza privada de las telecomunicaciones sin control judicial y la ley de retención de datos de telecomunicaciones que, entre otras cosas, acabó con el anonimato en telefonía móvil.

Permítame un par de preguntas de actualidad: ¿Qué opina de Facebook? ¿Qué diría a alguien que se niega a renunciar a su cuenta porque le permite cierto contacto con quién está lejos, pero le preocupa su privacidad?

Como valoración personal: creo que Facebook no aporta nada que no tuviéramos ya en internet (teníamos web personal, teníamos foros, y mensajería instantánea, y sitios para subir fotos y vídeos, y blogs para hablar con nuestros amigos), lo único que aporta Facebook es la centralización de toda esa información. Centralización, una vez más. Eso hace que esa información esa más fácilmente localizable, por ti y por quien te quiera hostigar. Y sé que el 99.99% de la gente jamás hostigará a nadie, debemos estar preparados para no ponérselo fácil a ese 00.01% restante.

¿Te preocupa tu privacidad y aún después de leer esto quieres seguir usando Facebook? Un caso raro, supongo. Si te preocupa tu privacidad te diría que no pongas en internet lo que no pondrías en una postal. Si lo pones en internet (incluso en una página supuestamente cerrada), debes estar preparado para que esa información se haga pública. Si te preocupa tu privacidad, no deberías siquiera usar Facebook. Usa el correo o la mensajería instantánea convencional, ambas se pueden cifrar y son más seguras.

En relación a lo expuesto en el libro, ¿por qué ha sido tan crítico con la actuación de los gobiernos en esto de la gripe porcina?

Está comprobado que esta gripe (como quieran que la llamen, gripe estadounidense, porcina, o tipo A) no tiene mayor virulencia que la gripe convencional (cada enfermo infecta, a su vez, a 2.5 personas –en promedio). Está comprobado que la tasa de mortandad es aparentemente inferior a la gripe convencional. Apenas ha habido un centenar de muertos por este nuevo tipo de gripe, cuando cada año mueren cientos de miles de personas en el mundo a causa de gripe. Ciertamente, las cifras hablan en contra de la alarma social. ¿Por qué tanta alarma? No lo sé, pero como poco podemos acusar a los gobiernos (el español por cercanía, el mexicano por lo exagerado de su reacción) de haber realizado una muy mala evaluación de riesgos en este caso, de haber tomado medidas quizá exageradamente drásticas. Considero que realizar una evaluación de riesgos acertada (y el Estado debe contar con profesionales capaces de ello) es rentable desde el punto de vista económico, pero también desde el punto de vista de la tranquilidad social: quizá evitaríamos sumir a la población en un pánico injustificado.

Sobre Ediciones el Cobre (que edita La sociedad de control), y sobre la colección Planeta 29: ¿Qué me puede decir? ¿Está satisfecho del trabajo, con la implicación, con el resultado?

La verdad es que todas las partes están trabajando muy bien, y se nota. En la colección Planta 29 tanto el trabajo de la Sociedad de las Indias electrónicas (promotora de la idea) como del patrocinador (BBVA) está siendo ejemplar. Es muy arriesgado lanzar una colección de ensayo y lanzarla editando todos los libros directamente en dominio público y permitiendo la libre descarga del libro electrónico, cuando el modelo dominante apuesta por unas licencias cada vez más restrictivas. Y sin embargo, ahí está Planta 29, con un modelo radicalmente libre demostrando (además) que es posible ganar dinero con ello (al final del primer año, la colección mostró beneficios). El trabajo de la editorial, que tiene menos peso aparente pero es importantísimo porque implica la buena distribución de los ejemplares, también está siendo notable. No está habiendo problemas para encontrar el libro en las principales ciudades ni en librerías importantes como FNAC o Casa del libro.

Efectivamente, el libro se puede adquirir en diversas librerías (edita El Cobre, colección Planta 29), y, además, descargarlo gratuitamente, en la web del autor. Muchas gracias a Jose F. Alcántara por su tiempo y su atención.


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  1.   Versvs dijo

    Gracias a ti, Álvaro 🙂