Rafael Tarradas Bultó. Fotografía: Lupe de la Vallina. Perfil de IG del autor.
Rafael Tarradas Bultó es barcelonés y estudió Diseño Industrial en la Universidad Autónoma de su ciudad natal. Ahora trabaja en el sector de la comunicación en Madrid. Es un apasionado de la historia de los siglos XIX y XX y le gusta escribir en su retiro del Valle del Tiétar, en Ávila, cuando no está leyendo sobre la materia.
Ha publicado El heredero y El valle de los arcángeles, que le ha reportado un gran éxito de ventas y crítica. Su última novela se titula La voz de los valientes y se presenta como su consagración. En esta entrevista nos habla de ella y de muchos otros temas. Le agradezco el tiempo y la amabilidad dedicados.
Esta historia nos lleva al castillo de Fallstein en Baviera, que es uno de los más lujosos de la zona, pero también donde más intrigas se crean. Hilda Sagnier ha visto cómo la guerra y sus consecuencias los han alcanzado, ya que su marido, el prestigioso conde de Fallstein, ha caído en las redes de Hitler. Pero decidida a luchar por lo que cree, no dudará en arriesgar su vida y fingir ser quien no es para ayudar a los perseguidos por el régimen.
Por otro lado, en Barcelona, los nazis pretenden estrechar lazos comerciales con José Manuel, un empresario que sabe exactamente lo que tiene que hacer. Fue espía durante la guerra civil y se involucrará en una misión secreta y relevante que lo llevará a alternar con la élite alemana y relacionarse con la alta sociedad de Potsdam. Allí deberá encontrar y destruir el arma con la que los alemanes confían en ganar. Y esa misión también lo hará encontrarse con Hilda.
RAFAEL TARRADAS BULTÓ: La voz de los valientes es una novela ambientada en la élite alemana, industrial y aristocrática durante la Segunda Guerra Mundial. Es la visión desde dentro de una sociedad que se creía la elegida y que confiaba ciegamente en un futuro de esplendor. También es la historia de los alemanes que lucharon contra el nazismo a través de las experiencias de una condesa bávara y un industrial. Es interesante porque nos cuenta la historia desde otra perspectiva, la de los nazis.
RTB: Mi abuelo me conocía bien y siempre me daba libros. Creo que uno de los primeros fue Las minas del rey Salomón, aunque antes ya había leído la mayoría de los libros de Roald Dahl en el colegio inglés en el que estudié. Lo primero que escribí fue, de muy pequeño, una redacción sobre la Masía de San Antonio, la casa de mis abuelos, que desde siempre me ha gustado y más tarde ha formado parte de mis novelas.
RTB: Me gustan muchos. Ken Follet, Chufo Llorens, Rudyard Kipling, Cruz Sánchez de Lara. Tengo la suerte de que me gustan muchos tipos de libros. Es raro que no disfrute leyendo.
RTB: Tom Builder, de Los pilares de la tierra, un libro que para mí lo tiene todo.
RTB: Tener buena luz, un sitio cómodo, el móvil en silencio y el iPad con conexión, porque estoy constantemente ampliando la información de lo que leo con búsquedas en internet. Si sucede en un lugar concreto, paro y bicheo en internet como es, veo fotos, etc. Lo mismo con los personajes históricos, los vehículos, los trajes, las historia que rodea la historia. Soy curioso.
RTB: Leo siempre. A menudo más de un libro a la vez porque soy un poco ansioso. Me da un poco igual donde, pero si puedo, en el exterior. En el jardín de mi cabaña, con vistas a Gredos, en medio de un prado tengo una silla Adirondack (un diseño muy americano pero perfecto para leer) que me llevaría a todos lados.
RTB: Me gusta sobre todo la ficción histórica, pero me divierten también la novela negra y las biografías.
RTB: Estoy leyendo Palabras para Olivia, de Nativel Preciado, y Cuatro damas, de Luis Cañedo.
RTB: Espero que bien. Creo que para formarse una opinión y ver las cosas con perspectiva es importante leer y cuanto más mejor. Gracias a Dios hay mucha oferta y para todos hay un buen libro.
RTB: Imagino que, como todo el que se informe, con preocupación y muy impresionado. Vivimos a la sombra de mentirosos y gentes de poca moral, por lo que a menudo es bueno viajar a otros mundos. Nada mejor que los libros para eso.
]]>Charles Bukowski es uno de los escritores más famosos. A lo largo de su carrera escribió bastantes obras. Pero, de ellas, hay algunas obras de Charles Bukowski que llaman la atención. Si nunca has leído a este autor, esta lista de sus mejores libros te va a gustar.
Echa un vistazo a la selección que hemos escogido para que tengas opciones donde elegir y así conocer a este autor si no has leído nunca nada de él. ¿Empezamos?
«Una visión descarnada y amena de la relación entre humanos y gatos por parte de uno de nuestros escritores más transgresores. No cabe duda de que los felinos tocan la fibra sensible de Charles Bukowski. Admira a esas criaturas inescrutables y majestuosas, cuya mirada le llega al alma. Para Bukowski, los gatos son auténticas fuerzas de la naturaleza, emisarios esquivos de la belleza y el amor. En Gatos, Bukowski cavila sobre la resistencia y la capacidad de recuperación de los gatos. Son luchadores natos, cazadores y supervivientes que le inspiran admiración y respeto: Los gatos no tienen nada en cuenta, son un claro ejemplo de que cuando los elementos de la naturaleza entran en juego no hay nada que hacer. Gatos es un compendio de poemas y prosa mordaz y conmovedor. Los gatos que describe Bukowski son fieros e inmisericordes; los observa mientras acechan a su presa, se arrastran por sus manuscritos o le despiertan a zarpazos, pero también son cariñosos y una inagotable fuente de inspiración. Gatos es una colección emotiva, nunca almibarada, en la que Bukowski ofrece su particular visión sobre los animales que considera sus verdaderos maestros».
Esta es una de las obras de Charles Bukowski que puede gustar más a los amantes de los gatos, aunque hay que cogerlo con pinzas porque realmente no todo el mundo estará de acuerdo con la visión que tiene el autor sobre ellos.
«En esta novela autobiográfica de sus años de juventud, el autor nos describe la vida de su alter ego Henry Chinaski saltando de un empleo a otro, todos sórdidos, duros, sin sentido, emborrachándose a muerte, con la obsesión de follar, intentando materializar su vida de escritor y nos ofrece una visión brutalmente divertida y melancólicamente horrorizada de la ética del trabajo, de cómo doblega el «alma» de los hombres».
De hecho, este personaje, Henry Chinaski, lo utiliza en varios de sus libros, sobre todo narrando diferentes etapas de su vida real, pero siempre desde el punto de vista de ese alter ego que él mismo se creó.
«En «Cartero» describe los doce años en que estuvo empleado en una sórdida oficina de correos de Los Ángeles. El libro termina cuando Chinaski/Bukowski abandona la miserable seguridad de su empleo, a los 49 años, para dedicarse exclusivamente a escribir».
«Bukowski reflexiona sobre la escritura y sobre sus maestros literarios y experiencias vitales. Abel Debritto, estudioso del escritor, ha rastreado su correspondencia inédita y ha seleccionado las cartas en las que aborda el tema de su oficio y su arte.
Las hay a editores de revistas, a su editor, John Martin, a escritores como Henry Miller, Lawrence Ferlinghetti o Hilda Doolittle, a críticos y amigos. En ellas reflexiona con agudeza sobre el proceso de escritura y nos permite adentrarnos en las entrañas del negocio editorial. Leerlas plantea un estimulante recorrido autobiográfico que nos descubre a un Bukowski matizado, más allá del arquetipo; a un autor volcado de forma obsesiva en la escritura, con un sólido bagaje de lecturas y una visión muy clara de sus planteamientos, que le lleva a quejarse de algunos intentos editoriales de domesticar su estilo áspero y directo.
El libro, que arranca en 1945 y se cierra en 1993, pocos meses antes de su muerte, es un jugoso compendio de estética bukowskiana, con su característica vehemencia y actitud take no prisoners: lanza pullas feroces contra los beats (Ginsberg y Burroughs), los poetas del Black Mountain College, Hemingway o el mismísimo Shakespeare, pero también expresa su admiración por Dostoievski, Hamsun, Céline, Fante o Sherwood Anderson».
Puede ser un buen libro para aquellos que quieran dedicarse a la escritura. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que hablamos de un autor considerado “maldito”.
«Estos poemas escritos entre 1980 y 1994 abordan los temas que hicieron de Bukowski un escritor tan venerado e imitado: la nostalgia por antiguos amores malogrados, las trifulcas en bares de mala muerte, el alcohol como combustible y condena, la euforia de la escritura cuando uno está en racha, la extraña belleza de los marginados de la sociedad, la enfermedad y el deterioro, todo ello dotado de una visceralidad más intensa a medida que el poeta barrunta la cercanía de su propia desaparición».
«El amor es un perro del infierno constituye una densa antología que abarca tres años de trabajo (1974-1977) de un Bukowski ya en plena madurez, el que conoce el aficionado y espera el neófito, bestialmente sincero, alérgico a los paisajes edulcorados, entregado sin concesiones a lo que le importa y siente, las mujeres, su escritura, el juego y la embriaguez, su mundo de perdedores en la ciudad de Los Ángeles. A menudo ácido, y casi siempre cínico, no todo es sucio realismo ni provocación individualista en sus versos; hay también una mirada existencial que desnuda el absurdo cotidiano, la condición humana, el alma del poeta».
En este caso, y leyendo siempre entre lineas, es una de las obras de Charles Bukoski en el que se puede ver realmente lo que el autor piensa sobre estos temas (y lo que la sociedad nos hace creer sobre ellos).
«Música de cañerías: la música catarral del agua caliente abriéndose paso por los radiadores de míseros hoteluchos de Los Ángeles: una buena banda sonora para las historias de Bukowski en este nuevo libro. «Ernest Hemingway y Henry Miller están vivos y jodidos y viviendo en un cuartucho de alquiler en East Hollywood así podría uno pensar después de leer este libro. Sórdido, obsceno y violento, el Los Ángeles de Bukowski se parece más al París de Miller que al de Hemingway, pero nuestro guía a través de este submundo está más próximo al lacónico estoicismo de Hemingway que a las rapsodias apocalípticas de Miller. Vidas de tranquila desesperación explotan en actos de violencia aparentemente fortuitos e inmotivados. En cada relato aparecen impulsos homicidas nacidos de frustraciones para las que no hay cura posible» (Los Angeles Times)».
De nuevo te encontrarás con un libro en el que Bukowski cuenta, a su modo de ver, cómo ha sido su vida. Con ese toque ácido y una pluma muy característica, nos hace centrarnos en esas partes que a veces pasan desapercibidas o que vemos pero no decimos en voz alta.
«En Amor, Bukowski lidia con las complicaciones y alegrías del amor, la lujuria y el deseo. En un tono que va de lo duro a lo delicado, de lo sensible a lo hiriente, Bukowski pone al descubierto las muchas caras del amor: su egoísmo y narcicismo, su naturaleza azarosa, su misterio y tristeza y, en última instancia, su dicha absoluta, resistencia y poder redentor».
«Hank ayuda a un viejo amigo alcohólico a largarse de un hospital; el empleado de un sex shop cuenta anécdotas estrambóticas protagonizadas por algunos clientes, como aquel que debido a sus problemas respiratorios pide que le hinchen una muñeca; un solitario masturbador sueña con que aparezca la mujer de su vida; un tipo es secuestrado por tres mujeres; una chica acude a una entrevista de trabajo en la que le hacen preguntas sobre prácticas sexuales extremas… Este volumen reúne relatos de Bukowski aparecidos en periódicos y revistas, como las pornográficas Hustler y Oui».
Este es una de las obras de Charles Bukowski que quizá menos lectores tenga, sobre todo por la connotación erótica o pornográfica que tiene. Sin embargo, también deja entrever ciertas opiniones y características de una sociedad.
«Los relatos aquí reunidos parecen extraídos de las tripas ulcerosas de su narrador, escritos entre ataques de delirium tremens, orgías y fantasías alcohólicas, utilizando el crudo lenguaje de la calle, de la escoria, de la basura, como nadie lo había hecho. Crónicas brutalmente divertidas de la pesadilla yanqui, del «desierto de neón», tan exentas de hipocresía, tan auténticas, que hacen estremecer».
«Henry Chinaski siempre ha estado en pie de guerra, sin bajar la guardia contra el «establishment» y sus infinitos tentáculos. Pero en Hollywood no le será nada fácil: John Pinchot, un enloquecido director de cine, se empeña en llevar a la pantalla sus relatos de juventud, o sea la autobiografía de un alcohólico empedernido. Chinaski desconfía del proyecto, aunque acepta a regañadientes escribir el guión de la película. Y aquí comienzan los verdaderos problemas».
«Con su brutalidad, su salvaje y tierno sentido del humor, su tremenda sinceridad, Bukowski borracho, enloquecido, atrapado en una sociedad cuyos presuntos valores le asquean consigue, con su estilo descarnado y escueto, conectar inmediatamente con el lector».
En realidad, lo que te vas a encontrar es una serie de relatos del autor donde intenta dar a conocer una visión de la sociedad que muchos ven pero no quieren pensar en ella (o no quieren exponerse a esa realidad).
«Este libro sobre el que planea el espíritu del ruiseñor el pájaro risueño por excelencia es, como todos los títulos de Charles Bukowski (1920-1994), ingenioso y divertido, lúcido y valiente, pero también intensamente melancólico. Pocas veces resulta tan clara la unidad temática en las obras de este autor: la melancolía impregna este volumen más que cualquier otro sentimiento, hasta el punto de convertirse en una manera de ver la vida, de entenderla como condena o enfermedad. Pero es en su lucha contra ese sufrimiento donde Bukowski brilla con mayor intensidad, aspirando con sus poemas a la salvación propia y también a la de quien los lee».
«A su muerte en 1994, Charles Bukowski dejó en su estela medio centenar de libros, pero también unos abundantes archivos de material inédito o publicado únicamente en revistas underground y periódicos de índole diversa. Aquí se reúnen treinta y seis piezas que, a decir de John Martin, su editor desde la década de los sesenta, constituyen «el eslabón perdido en la obra de Bukowski que de súbito hace que todo adquiera sentido»».
Realmente no podemos decir que este libro lo escribiera Bukowski, en el sentido de que las obras que forman parte de esto han sido seleccionadas por su editor, no realmente por el autor. Pero sí puedes ver que, hasta la muerte, su pluma siguió siendo la misma por la que había sido conocido.
«Bukowski despliega sus mejores artes de narrador despiadado para ofrecer una veintena de historias sarcásticas, explosivas y absolutamente inolvidables. Nadie sale ileso: ni el boxeador al que entre round y round le recomiendan tirarse, ni el escritor que va al hipódromo buscando una «acción» que lo arruina, ni el joven aburrido que lleva una prostituta a su casa, ni el actor que trata de escapar de la tiranía de la fama… Ni mucho menos, desde luego, el lector».
¿Has leído algunas de las obras de Charles Bukowski? ¿Cuál de ellas te ha gustado más o te ha impactado? Te leemos en comentarios.
]]>Jugadores de billar
Jugadores de billar es una novela contemporánea escrita por el fallecido profesor universitario y autor español José Avello Flórez. La obra fue publicada por primera vez en 2001 de la mano de la editorial Alfaguara, después de que el periodista y también escritor Juan José Millás leyera el manuscrito para el premio de dicha casa de letras, recomendándola para su edición y lanzamiento el mismo año.
Fue así como, gracias a Millás, la segunda y última novela de José Avello Flórez vio la luz, consagrándolo como uno de los autores “de culto” más respetados de España, pese a su lejanía de los focos de atención y la palestra literaria. Esta obra se considera como una herencia tardía del retrato social plasmado por el famoso Leopoldo Enrique García Alas y Ureña, alias Clarín, en La Regenta.
Ya desde su primera página, es posible notar que Los jugadores de billar es una novela que se salta todas las convenciones actuales sobre lo comercial y lo grotesco del lenguaje. En cambio, presenta un juego entre el narrador omnisciente y los lectores. El primero, resulta ser uno de los amigos protagonistas, quien se presenta con la siguiente frase: “De mí prefiero no hablar, porque no me atrevo y porque no sabría hacerlo sin mentir”.
A partir de entonces, comienza a relatar una serie de complejas aventuras que él y sus compañeros —íntimos amigos desde la adolescencia— vivieron y viven, dando elegantes saltos del presente al pasado y viceversa. El título de la novela hace honor al juego que estas amistades disfrutan, a la par de funcionar como un recurso narrativo para sostener la trama y una analogía sobre la sociedad, respectivamente.
Los jugadores de billar cuenta con más de seiscientas páginas, las cuales están divididas en veintiséis fragmentos que, a su vez, se seccionan en cuatro partes. Estas piezas literarias representan las cuatro estaciones del año, así como un sentimiento que se procede a describir en cada sección.
Estas emociones se encuadran en subtítulos que aluden alegóricamente a su contenido: “Primavera, Espejos y cristales”, “Verano, El lado oscuro de la calle”, “Otoño, El cuarto jugador”, e “Invierno, Nieve sobre la ciudad”.
Asimismo, la trama principal está fraccionada en varias subtramas con ciertos niveles de drama, acción, romance, crimen y erotismo. El primer nivel ocurre en el tiempo presente, donde cuatro cuarentones sufren varios inconvenientes sentimentales y humanos.
Al tiempo que sufren todos estos cambios, siguen asistiendo al billar, juego que sigue convocándolos desde los años de la primera juventud, cuando eran audaces editores de una rebelde revista poética. Por su parte, más allá de la superficie se encuentra el segundo nivel, en el cual se cuentan todas las experiencias individuales de cada uno. Estas siempre son marcadas por el fracaso o la frustración.
Este nivel también se narra en tiempo presente, pues ocurre al mismo tiempo que el primero. Más allá de este existe un tercer nivel, el cual está marcado por escenas sangrientas, viles, sórdidas, que arrancan a partir de la guerra civil, o se producen en los años del franquismo, y que acaban comunicándose con otro asunto decisivo para el desenlace, lo que podría traducirse como un crimen.
Los jugadores de billar se encuentra ambientada en la ciudad de Oviedo, dándole así la espalda a todas aquellas obras cuyos escenarios suelen ser Barcelona o Madrid. Siendo heredero de Clarín, José Avello Flórez retoma el cuadro social que el primero dibujó en La Regenta, y lo sigue coloreando en su propio libro, el cual, por obvias razones de tiempo, cuenta con espacios más actuales.
No obstante, existen algunos lugares que se mantienen, y que son una clara referencia al aparente “simbolismo” de la obra de Clarín. Estos sitios pueden ser la fábrica de cerámica, objeto de los afanes especulativos, los domicilios —algunos albergando peculiares instalaciones—, la zapatería, Las Novedades, el café Mercurio, el bar Chipi, entre otros entrañables y misteriosos paisajes antiguos.
La vida cotidiana de los personajes, sus manías, sus gustos, su forma de enfrentarse a los demás, se van señalando con pequeños detalles que componen retratos escuetos y convincentes. El realismo se muestra mediante elementos como el trabajo, contando con un educador, un bibliotecario, un oficinista, un periodista y un director de un negocio familiar, además de otros cargos.
La novela también hace mención a la vida parasitaria como excusa para el trabajo artístico, al narcotráfico, el porno, los estimulantes. Aun así, todas las relaciones en Los jugadores del billar ocurren gracias a que uno de ellos quedó prendado de una muchacha, lo que le produce una severa obsesión que, al mismo tiempo, arrastra a todos sus compañeros. Es aquí donde se muestra algo de simbolismo.
José Avello Flórez nació en 1943, en Cangas del Narcea, España. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo y en la Universidad Complutense de Madrid. Durante los diez años posteriores, fue profesor de Teoría de la Comunicación y, después, de Sociología de la Cultura en la Facultad de Bellas Artes de Madrid. Al mismo tiempo, desarrolló su vocación literaria.
A pesar de que solo publicó dos novelas, y se mantuvo alejado de los medios a causa de su amor por la privacidad, obtuvo mucho reconocimiento crítico, tanto en sus primeros días como ahora. Su talento lo hizo finalista de lauros como el Premio Nacional de Narrativa, así como de los denominados Premio Villa de Madrid y Premio de la Crítica de Asturias.
Es fácil realizar una comparativa entre Clarín y José Avello, dada la afinidad que el segundo sentía por el primero, y la forma en la que, de algún modo, continuó su obra. Por ejemplo, La Regenta —novela que se percibe como una versión española de Madame Bovary, de Gustave Flaubert— es el pilar para Los jugadores de billar, ora por su ambientación, ora por su estilo narrativo y construcción de personajes.
Lydie es un cómic ya de regusto clásico, editado en 2010, que firman el prestigioso guionista del género, el belga Zidrou, nombre artístico de Benoît Drousie, y afincado en España desde hace tiempo, y el dibujante barcelonés Jordi Lafebre, que recientemente ha publicado su segunda obra en solitario titulada Soy su silencio. Con Lydie se marcaron una historia tan triste como conmovedora y llena de ilusión y empatía. Esta es mi reseña.
Según su sinopsis, la historia de Lydie es la de una pequeña que muere unos instantes después de nacer. Su madre, Camille, una chica joven más guapa que inteligente y que quedó embarazada de un hombre que nunca quiso responsabilizarse, está destrozada. Sin embargo, después de unos días ese dolor y pérdida se convierten en gritos de alegría cuando anuncia que la niña ha vuelto. Es entonces cuando, ante las sábanas y la cuna vacías, su padre y los vecinos de su humilde barrio deciden que ellos no son quienes para contradecirla. Y así seguiremos a Camille en su quehacer diario mientras se ocupa de su invisible hija a la que cuida y mima como si la tuviera en brazos de verdad.
Una premisa tan simple tiene su acierto no en ese argumento, sino en la manera de contarlo, porque cada milímetro de viñeta está plagado de sensibilidad, tanto a la hora de plasmar a los personajes, sus gestos y reacciones, como los escenarios. Son todos los detalles de los trazos y el dibujo y esos colores sepia que evocan el ambiente acogedor y onírico a la vez que envuelve la historia.
Sí, Camille, devorada por el dolor, parece haber perdido la cordura porque ha pensado que su pequeña Lydie ha bajado del cielo al ver cómo la tristeza había arrasado con las vidas de todos, pero ni su padre ni los lectores vemos nada más que esas sábanas de una cuna vacía. Sin embargo, el padre reacciona como posiblemente haríamos muchos: decide seguirle la corriente, porque no puede hacer daño que ella sea feliz creyendo que su niña ha vuelto a la vida.
Es entonces cuando todos sus conocidos y la gente del callejón del barrio en el que vive también acuerdan hacer lo mismo. No hay ninguna necesidad de sacarla de esa ilusión. Así que, a partir de esa extraña circunstancia, empiezan a desarrollarse una serie de divertidas anécdotas a lo largo del tiempo como la de los adolescentes que pretenden aprovecharse de su perturbación, o los compañeros que van a clase con la pequeña Lydie, ya que, por supuesto, tiene que ir a la escuela, porque es lo que hacen los niños de su edad.
Lydie es una historia tan tierna como emotiva porque es muy difícil no conmoverse, pero que no busca el camino o la sonrisa fácil o de condescendencia o compasión, sino el gesto que nos toca la fibra más sensible. Es simplemente brillante por esos detalles antes mencionados que la construyen. Por ejemplo, el de que quien nos la cuenta como narrador es una estatuilla de la virgen que está situada en un saliente de uno de los pisos del callejón.
También sobresale esa gran caracterización de los personajes y su época y entorno, entre los que destacan el del padre de Camille y sobre todo ella, tan inocente en su trastorno, una inocencia con la que no se puede dejar de empatizar y que se comprende en todo momento.
Ese gran trato de personajes y ambientes hay que debérselo al trabajo de Jordi Lafebre como dibujante, cuyos bellos trazos se ajustan a la perfección a este tipo de historia. Son todos ellos los que desprenden esa ternura necesaria para entender sus comportamientos, reacciones y las situaciones que viven.
No obstante, hay que dar un toque de atención al lector, un aviso, porque no conviene acercarse a Lydie si no se anda con el ánimo alto. Y es que como nos encontremos en un momento malo o flojo, podemos estar ante una obra difícil de digerir, incluso muy dura en algunos momentos. Lo que salva que nos decaiga (aún más) ese ánimo son los golpes de humor sutil que alivian esa sensación de estar leyendo un drama de los que es imposible que no te lleguen al corazón.
En cualquier caso, Lydie es una pequeña obra maestra que merece la pena descubrir tanto para los aficionados al noveno arte como para los más profanos. También es una oportunidad para descubrir a los autores: un Zidrou que se inició en el mundo del cómic como guionista de la revista Spirou durante los años 90 y firma títulos como Madriguera, El cuentacuentos o Bufón, entre otros muchos. Y a Lafebre, cuya primera obra en solitario, Carta blanca (2020), fue aclamada por crítica y lectores. También fue galardonada con el Mejor Cómic del Año en los Premios Uderzo 2021.
]]>Cuentos para entender el mundo
Cuentos para entender el mundo es una colección de fábulas antiguas llevadas a la actualidad por el premiado informático, educador y autor español Eloy Moreno. En la primera década de los 2000, el escritor ya contaba con la idea de volver a transmitir las moralejas que solían dejar los viejos cuentos, lo que, finalmente, se vio reflejado en la autoedición de este libro.
Muy pronto, Cuentos para entender el mundo se convirtió en uno de los libros más vendidos a nivel nacional, con, al menos, 32 ediciones y 38. 000 copias, además de ser uno de los tres libros superventas de Amazon Kindle. La antología cuenta con dibujos del ilustrador argentino Pablo Zerda, además de dos secuelas.
Como fanático de la lectura que es, igual que todo buen escritor, Eloy Moreno se acerca a aquellos cuentos que marcaron su infancia, y los versiona para regalar a sus lectores momentos de reflexión antes de dormir. El autor actualiza el lenguaje y modifica los nombres, situaciones y contextos en los que se ven envueltos los personajes. Sin embargo, mantienen las moralejas y la esencia de cada historia.
La misión de Eloy Moreno es recuperar estos cuentos y obsequiar a niños y adultos la posibilidad de volver a leer estos relatos desde una perspectiva diferente, porque, como él mismo ha dicho: “Este libro está orientado para todos aquellos que siguen siendo niños, aunque los adultos les obliguen a disimularlo”. ¿Y qué mejor forma de honrar esta premisa que con 38 narraciones cortas, amenas y reflexivas?
Según Eloy Moreno, el motivo de su aburrimiento tenía que ver con lo irreales y lejanas que le parecían estas historias, pues en su mundo jamás han existido princesas tan buenas ni lobos tan malos. Esa falta de matices llevó al autor por otros rumbos, unos más acordes a sus necesidades, donde, con una frase, algún otro escritor era capaz de mover sus ideas del punto A al punto B.
Esto es lo que Eloy Moreno pretende lograr con Cuentos para entender el mundo: que las personas se den a sí mismas el privilegio de pensar fuera de la caja, de comprender más a profundidad ciertas situaciones que ocurren durante el día a día y, de ser posible, que salgan de esa experiencia con ganas de transformarse en mejores seres humanos y ayudar a cambiar su entorno.
Eloy Moreno aclara que los cuentos que habitan en su antología no le pertenecen, que él solo fungió como una especie de satélite: recibió la información de los antiguos escritores y la tradujo para aquellos a quienes les interese sumergirse en ella. Eloy ha trabajado con estos textos en colegios e institutos, instruyendo a los niños sobre cómo leerlos para sacarles el mejor de los partidos.
El escritor sostiene que Cuentos para entender el mundo ha servido para que miles de niños y adultos se hayan replanteado el mundo, hayan reflexionado, pensado, pero, sobre todo, para crear mejores personas, y eso es lo que le resulta más benéfico. Al respecto, el autor ha dejado algunos consejos para quienes deseen leer su antología fuera del ámbito académico.
Sobre el autor
Eloy Moreno Olaria nació el 12 de enero de 1976, en Castellón de la Plana, España. Estudió su Educación General Básica en el Colegio Público Virgen del Lidón, y es Bachiller y COU por el Instituto Francisco Ribalta de Castellón de la Plana, donde se tituló en Ingeniería Técnica en Informática de Gestión por la Universidad Jaime I.
Después de finalizar sus estudios universitarios comenzó a trabajar en una empresa de informática hasta que aprobó las oposiciones a informático en el Ayuntamiento de Castellón de la Plana. No obstante, Eloy siempre había sido un aficionado de la lectura y la escritura, por lo que comenzó a autoeditar sus primeras obras, las cuales le valieron un asombroso éxito muy rápidamente.
No cabe duda de que, desde el inicio, las obras de Eloy Moreno dejaron muy buena impresión en la crítica y los lectores. Por ello, fue contactado por editoriales como B de bolsillo, Espasa y Penguin Random House, quienes le han ayudado a crear nuevas ediciones de sus libros. El autor ha recibido lauros como el Premio Onda Cero Castellón (2011) y el Premio Letteratura Ragazzi di Cento (2021).
Poto y Cabengo
Poto y Cabengo es una antología poética escrita por la premiada actriz, modelo, poetisa y autora española Alejandra Vanessa. La obra fue publicada en 2015 por la editorial Valparaíso. Con temor de dar un adelanto a la sinopsis, al resumen o a la explicación de este libro, huelga decir que Poto y Cabengo es una biografía sesgada, una cátedra de juegos de palabras y una carta de amor al lenguaje.
A simple vista, y sin conocer la historia que existe detrás de Poto y Cabengo, podría parecer que se trata de un poemario extraño, erróneo, con múltiples fallas gramaticales. Sin embargo, este título enfrenta al significado contra el significante, y halla la forma de comunicar un mensaje fuera de la línea marcada por un idioma establecido, utilizando mezclas de alemán, inglés, español y algo nuevo.
El poemario de Alejandra Vanessa cuenta dos historias alternativamente: la suya y la de Grace y Virginia Kennedy, un par de gemelas que, a causa de un severo aislamiento social, crearon su propio idioma para comunicarse entre sí. Grace y Virginia nacieron en 1970 en Columbus, Georgia. Sus primeras horas fueron normales, sostuvieron sus cabezas e hicieron contacto visual con sus padres.
Sin embargo, poco después sufrieron un ataque, y su padre pensó que padecían de algún tipo de retraso mental. Temiendo lo peor, el hombre le pidió al médico un diagnóstico, y este solo confirmó sus miedos. Para proteger a sus niñas, el señor Kennedy las aisló del mundo. No conforme con esto, su supuesta condición provocó que tanto el progenitor como su esposa dejaran a la suerte a sus bebés.
Ambos padres de Grace y Virginia trabajaban fuera de casa, por lo que dejaron a sus hijas al cuidado de su abuela, quien solo hablaba alemán. A pesar de que la anciana atendía todas las necesidades básicas de las gemelas, no jugaba o interactuaba con ellas, generando la necesidad de que las pequeñas tuvieran que encontrar su propia forma de comunicarse, porque tampoco podían ir a la escuela o salir de casa.
El padre decidió no enviarlas al colegio tras averiguar que habían desarrollado una nueva lengua, lo que consideró como un progreso de su retraso mental. No obstante, cuando el hombre perdió su empleo y habló sobre su familia en la oficina de desempleo, una trabajadora social le sugirió que llevara a sus hijas a un terapeuta de lenguaje. Así, fueron llevadas al Hospital Infantil de San Diego.
En el hospital, la familia conoció a la terapeuta Alexa Kratze, quien, de inmediato, les relevó que Virginia y Grace poseían un nivel de inteligencia normal, incluso, por encima de la media, ya que habían inventado un lenguaje completamente nuevo y muy complejo. Este era hablado por ellas de forma muy rápida, un ritmo de staccato con características del alemán, un inglés muy pobre y otros sonidos.
Estos elementos, sumados a sus neologismos y varias modalidades gramaticales idiosincráticas, son los que Alejandra Vanessa utiliza para crear cada poema. Esto, al menos, en cuanto a su composición más básica, es decir: respetando el ritmo rápido, los juegos de palabras, las composiciones lingüísticas originales y los usos poco ortodoxos de la lengua.
Alejandra Vanessa afirma que, desde que conoció la historia de las gemelas Kennedy, se sintió identificada con su sentir, pues ella misma había atravesado una crisis de estrés que, por varios meses, le impidió comunicarse con las personas que la rodeaban.
Entonces, comenzó a pensar en una nueva forma de ver el lenguaje, inventando palabras para sí misma y sus amigos. Según la autora, cada persona habla su propia lengua, posee sus formas características, fórmulas que se deben respetar al hablar con otros.
En una entrevista, alguien le preguntó por qué había escogido la historia de Poto y Cabengo si ella no habla alemán, inglés o el idioma inventado por las gemelas en su libro. Al respecto, ella respondió: “Todos esos idiomas se entrecruzan en el poemario, en mitad de los versos, de forma confusa, con la intención de confundir también al lector”.
“Grace: Cabengo, padem manibadu peeta.
Virginia: Doan nee bada tengkmatt, Poto”.
“La madre marca los dígitos: seis seis cinco cero
siete nueve cuatro cuatro uno,
el número que ha marcado no existe,
comprúebelo de nuevo.
Otra vez seis seis cinco cero siete nueve cuatro uno,
uno menos.
Con cada tono, interpreta
qué come, qué suda, qué suavizante, qué.
Al momento la conversación se vuelve otra historia:
un por Dios,
un por-Dios-por,
un Dios,
novesque
no yo.
Y.
El teléfono, en el suelo.
Las manos, secas”.
Alejandra Vanessa Jurado Bueno nació el 16 de mayo de 1981, en Córdoba, España. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba, dando sus primeros pasos literarios en el taller de poesía coordinado por Pablo García Casado en la cordobesa Casa del Ciprés. Su trabajo como poetisa ha sido publicado en medios como Mester de Vandalía, Isla desnuda, Salamandria, Müsu, La hamaca de lona, Prima littera, Cuadernos del Minotauro o Ex libris.
Sus obras han sido traducidas al inglés y el italiano, y ha ganado reconocimientos como el Primer premio Sueños de San Valentín (2021), el Primer premio III Certamen de Poesía del Ayuntamiento de Adamuz. (2007), el Accésit del II Certamen de narrativa breve Cardenal Salazar (2004) y el Premio Andalucía Joven de poesía (2004).
Fotografía: cortesía de la autora
Júlia Peró nació en Barcelona y es escritora y artista multidisciplinar. Ya había publicado poesía, pero Olor a hormiga es su primera novela, que está obteniendo un gran eco entre crítica y lectores por acercarse a un tema que se trata pocas veces y que rompe con los tabúes sobre la vejez, la soledad y el deseo.
En esta entrevista nos habla de ella y de otros muchos temas. Le agradezco mucho su tiempo y amabilidad dedicados para atenderme.
Ha participado en distintas antologías poéticas y empezó publicando un primer poemario titulado Anatomía de una bañera (Planeta, 2020) y el libro de conversaciones Este mensaje fue eliminado (Planeta, 2021), que adapta al formato físico su proyecto digital @este.mensaje.fue.eliminado. Dirige el club de lectura Libros crujientes y actualmente trabaja en su segundo poemario, en una colección de arte conceptual y en una nueva novela.
JÚLIA PERÓ: En Olor a hormiga exploro mi miedo a envejecer mediante la historia de Olvido, una anciana que pasa sus últimos días de vida sola y encerrada en casa mientras recuerda su infancia o su pasado más reciente, cuando una chica venía a cuidar de su piso y de ella.
Es una historia violenta y tierna a la vez, que pretende llevar a la lectora a sentir emociones muy contrastadas y a explorar su propio temor a la vejez.
JP: No tengo muy claro qué es lo primero que leí, pero sí sé que la lectura no fue interesante para mí hasta la adolescencia. Quizá, por falta de referentes, mis primeras lecturas tenían regusto a Paulo Coelho o E. L. James (autora de la famosa saga Cincuenta sombras de Grey), autores que ahora no recomendaría a nadie que quisiera iniciarse en la literatura.
Lo primero que escribí, por el contrario, sí que lo recuerdo de forma clara y vívida: desarrollé una gran afición a contar historias fantásticas sobre sirenas u ogros que luego se disipó para dejar paso a mi primer debut real: El somni de Fliss. Una nouvelle escrita en catalán, infantil y llena de faltas de ortografía, sobre una niña que narraba un día entero en su vida y que descubría, al volverse a despertar, que había sido todo un sueño. Escribir ese pequeño libro, quizá, fue el empujón que necesité para escribir todo lo que vino después. Es curioso porque empecé a escribir antes que a leer.
JP: Irene Solá, Alessandro Baricco, Sara Mesa, Delphine de Vigan, Alejandro Zambra, Ottessa Moshfegh o Annie Ernaux, por ejemplo.
JP: Amélie Nothomb, la escritora, siempre me ha parecido que en sus libros –tanto autobiográficos como de ficción– ha creado de su personalidad un personaje muy interesante.
JP: Me gusta escribir en silencio –o con algún sonido de naturaleza que no incorpore el habla humana–, sola y encerrada en una habitación. Si es por la mañana, mejor, porque siento que tengo más energía para afrontar las palabras.
Leer me cuesta menos, así que no me importa hacerlo rodeada de gente, con música de fondo o a cualquier hora del día.
Ambas acciones, eso sí, van acompañadas de una taza de té negro con leche de avena.
JP: Escribo, como he mencionado, encerrada en una habitación –suele ser en mi pequeño estudio– y por las mañanas, si me lo permite el tiempo.
Pero prefiero leer en cafeterías y por la tarde. Sintiéndome acompañada, si es posible, de otra gente que también esté leyendo.
JP: Me siento atraída por la literatura de estilo independiente. Y cuanto más original o rara, mejor. Me gusta, también, toda aquella escritura oscura, donde algún personaje femenino no es como socialmente debería ser.
JP: Estoy leyendo Papá nos quiere, de Leticia G. Domínguez, y a punto de empezar Páradais, de Fernanda Melchor.
En cuanto a la escritura, estoy trabajando en un relato por encargo, también en mi segundo poemario y anotando ya las primeras ideas de lo que será mi segunda novela.
JP: Difícil de entrar en él y, luego, de vivir de él. Movido por ideas redundantes e intereses económicos. Pero me mantengo esperanzada.
JP: Un poco igual que con el panorama editorial.
]]>La memoria de la lavanda
La memoria de la lavanda es una novela de corte romántico escrita por la autora española Reyes Monforte. La obra fue publicada en 2018 de la mano de la editorial Plaza & Janés. A lo largo de su existencia, este libro se ha encontrado con todo tipo de lectores, entre ellos, los que poseen opiniones favorables, mixtas y negativas. Los primeros alaban la reverencia al luto, los segundos, reprochan la longitud.
Esto último se debe a que, según su criterio, o bien La memoria de la lavanda posee más páginas de las que necesita, o bien no existe en ellas una historia que contar. Por otro lado, las opiniones más positivas alegan que este título de Reyes Monforte encuadra a la perfección el sentimiento de la autora con respecto a la muerte y el duelo, llevando estos conceptos a una ficción realista.
Los géneros literarios y su clasificación no son más que una mera burocracia de los medios publicitarios, pues solo sirven para organizar los libros en pos de la venta. En este sentido, sería fácil suponer que una novela tildada de “romántica” es eso y nada más, pero no siempre es tan simple. A veces, el autor se oculta tras un género para hablar sobre muchas otras cosas, como la pérdida o la esperanza.
A este respecto, es necesario aclarar que La memoria de la lavanda no es una novela rosa, es decir: no se trata de un relato sobre dos enamorados que luchan por su relación y obtienen un final feliz. Al contrario, si algo tiene de “romántica” esta obra de Reyes Monforte es su incesante exploración de los sentimientos humanos de cara a la tragedia. No obstante, esta constante investigación es más intimista que sentimental.
La trama da inicio dos meses después de la muerte de Jonás, el esposo de Lena. Ella es una fotógrafa profesional, pero toda su vida parece haber quedado en pausa tras la partida del amor de su vida. Sin embargo, hay una promesa que debe cumplir, algo que él le pidió y que no puede quedar en el olvido: esparcir sus cenizas en los campos de lavanda del corazón de la Alcarria.
Allí, la protagonista se encuentra con el grupo de amigos y familiares de Jonás. Entre ellos, un primo hermano llamado Daniel, quien también es sacerdote. Este hombre no solo entiende y acompaña los más oscuros sentimientos de Lena, sino que guarda para sí mismo sus propios secretos, los cuales abundan y se descubren a medida que avanza la narración.
A pesar de la calma y la tranquilidad que les brinda la lavanda, la pena sigue siendo muy honda. Además, como si no fuera suficiente el dolor que sufren, deben enfrentar otros obstáculos. Dicen que, cuando te casas, no solo se heredan los afectos de tu pareja, sino también sus odios. Este hecho se ve ejemplificado en la figura del cuñado Marco, con quien Lena debe lidiar a pesar de su estado mental.
Marco es un sujeto mezquino y envidioso que no está dispuesto a respetar el duelo de Lena ni el de los otros miembros de la familia. Mientras ocurren todos estos vaivenes, llega el Festival de la Lavanda, una celebración donde Lena tendrá la oportunidad de rememorar su historia de amor con Jonás y todo aquello que este se llevó consigo. Al mismo tiempo, la protagonista descubrirá secretos familiares y forjará nuevas relaciones.
Esta novela de Reyes Monforte es un reflejo de su propio duelo, de su pena por la pérdida de su ser amado. Aun sufriendo, supo plasmar con profundidad los momentos más dolorosos de la pérdida: la negación, la ira, la angustia, todos esos sentimientos que abordan en el tren del corazón tras saberse huérfano a causa de la partida de un gran amor. Es bien sabido que no es fácil liberarse del luto.
Sin embargo, la autora lo asimiló con su obra, un libro tan triste como esperanzador, tan oscuro como lleno de pequeños rayos de luz, de una claridad que cuesta demasiado ver, pero que siempre está allí, esperando a que el sufriente sea lo suficientemente paciente como para distinguirla. A pesar de la melancolía que lo invade, La memoria de la lavanda es un libro que busca incentivar la fe en el futuro.
Reyes Monforte nació en 1975, en Madrid, España. Su profesión es el periodismo radial, pero ha desarrollado una notable carrera en el mundo de las letras gracias a su trabajo literario. Dio sus primeros pasos en radio junto a Luis del Olmo en el conocido programa Protagonistas. A partir de entonces, ha sido presentadora para medios como Onda Cero y Punto Radio, así como en transmisiones de televisión.
Ha colaborado en canales de televisión como Telemadrid, Antena 3TV, La 2 o EL Mundo TV, en los que también ha sido guionista. Reyes Monforte ha ejercido estas labores durante más de quince años, volviéndose un referente del periodismo nacional. Su primera novela fue un éxito de ventas, superando las cincuenta y dos ediciones y siendo llevado a la TV en formato de serie.
En el año 2015, resultó ganadora de la XIV edición del premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. Esto no solo le permitió tener más visibilidad de cara a España, sino que la convirtió en una de las autoras superventas más leídas a nivel internacional, ya que sus obras han sido traducidas a más de una veintena de idiomas. En la actualidad, es columnista de La Razón.
Mujeres que compran flores
Mujeres que compran flores es una novela escrita por la premiada dramaturga, directora, productora y autora Vanessa Montfort. La obra fue publicada en 2016 de la mano de la editorial Plaza & Janés. Tras su lanzamiento, las críticas han sido mayormente positivas. En términos generales, se habla de que es un título feminista que reivindica la amistad entre damas y el logro de las metas individuales y comunes.
Sin embargo, algunos lectores afirman que Mujeres que compran flores es un libro cargado de clichés y personajes estereotípicos, lo cual, según ellos, vuelve predecible la historia. En conjunto, otros alegan que el texto se hace lento a medida que avanza la trama, a causa de la repetición de tópicos ya vistos. Aun así, la novela ha logrado conmover a una buena cantidad de amantes de las letras.
La historia comienza en un vibrante barrio de Madrid, una zona donde abundan el jazz, los actores, los artistas, los ancianos, las parejas sin hijos, la gente extravagante y, sobre todo, las flores. En algún lugar de allí, una plaza se abre a un invernadero casi mágico guardado por un olivo enorme donde un grillo suele cantar sus tonadas de las mañanas. Ese es el sitio donde se mudó Marina.
Después de perder a su pareja, la mujer ha vivido su vida como una autómata. Sin rumbo, un día llegó a El Jardín del Ángel, la floristería de Olivia, donde aprendió lo que necesitaba saber sobre las flores y sobre sí misma, y donde descubrió a cinco grandes amigas que la impulsaron a reencontrarse, a la par que ella se convirtió en alguien capaz de ayudar a otros a fomentar su grandeza.
Después de que Olivia la convenciera de aceptar un trabajo provisional en El Jardín del Ángel, Marina conoce a Casandra, Gala, Aurora y Victoria. Cada una de ellas lleva consigo una carga personal que las empuja hacia una encrucijada con respecto a sus amantes, trabajos, familias o deseos. Sin embargo, a partir de la forja de su relación con Olivia, una mujer sabia y excéntrica, lograrán situarse dentro del mundo.
Las mujeres que compran flores está dedicada a Isa Borasteros, a quien la autora apoda como “hada madrina”. Este es precisamente el rol que cumple Olivia en esta historia, el de una figura materna que educa, cultiva y protege sus flores, tanto literal como metafóricamente hablando, pues cada una de las protagonistas es representada con una flor, la cual marcará la pauta de su rumbo.
Al inicio de la novela, esta se encuentra poseída por el síndrome del copiloto. Durante mucho tiempo necesitó que su pareja asentara las bases que le darían sentido a su propia vida, pero, cuando la perdió, quedó completamente vulnerable. Por ello, su flor es la violeta africana, una planta que significa timidez y humanidad, pero también la confianza que esta mujer necesita para sobrevivir.
En este caso, se trata de una dama que posee el síndrome de la supermujer. Antes de depender de alguien, sería capaz de practicarse la eutanasia, y lo haría con una sonrisa en los labios. Su enfoque está dirigido hacia el éxito profesional, y no permite que nada ni nadie se interponga en sus metas. Su flor es la orquídea azul, la cual representa el nivel de relajación que le hace falta.
Dicen que el diablo está en los detalles, y Las mujeres que compran flores está colmada de ellos, por ejemplo: los hombres. Gala es víctima del efecto Galatea. Ella está convencida de que a las mujeres se les permite cualquier cosa, excepto envejecer. Por esta razón, su flor es el lirio blanco, el cual representa un tipo de coquetería y belleza que no se pierde a pesar de que transcurran los años.
A diferencia de La bella durmiente, esta protagonista sufre el síndrome de “la bella sufriente”, pues para ella es muy fácil confundir el amor con el dolor. Mientras más grande es su pena, más enamorada cree estar. Por ello, su flor es la caléndula, la flor del sufrimiento. Al mismo tiempo, es una planta que representa la crueldad que Aurora no se atreve a ejercer, ni siquiera para defenderse.
¿Sería una gran casualidad que la dueña de este poderoso nombre desee ser la mejor en cada aspecto de su vida? Dotada con el síndrome de la omnipresente, ella ha decidido que puede con todo, y así, se vuelve la mejor hija, la madre más eficiente y la trabajadora más indispensable. Por eso, su flor es la del membrillo, aquella que representa la tentación, esa que podría romper la caja y liberar a la guerrera.
Vanessa Montfort Écija nació el 4 de junio de 1975, en Barcelona, España. Se licenció en Ciencias de la Comunicación, y comenzó su carrera literaria mientras estudiaba en la Universidad, participando en obras de teatro como Quijote Show (1999), Paisaje transportado (2003) y Estábamos destinadas a ser ángeles (2006). Durante ese último año ganó el XI Premio Ateneo Joven de Sevilla con su primera novela.
Meses más tarde, recibió una invitación para fungir como dramaturga para el Royal Court Theatre. Su paso por las tablas la ayudó a conocer y trabajar con muchos directores de talla mundial, a la par que seguía escribiendo narrativa. Su segunda novela recibió el premio Ateneo de Sevilla en 2010, lo que convirtió a Vanessa Montfort en una de las escritoras españolas con más visibilidad a nivel internacional.
Fotografía: cortesía de la autora
Laura Azcona debuta en la literatura con una primera novela titulada El pacto de las colonias, que está obteniendo muy buena acogida por parte de crítica y lectores. Viene del mundo del periodismo y también es analista de negocio digital. Ha trabajado en varios medios de comunicación, productoras y empresas. Compagina su labor profesional con la docencia como profesora asociada en la Universidad de Navarra.
En esta entrevista nos habla de ese debut, la novela y muchos otros temas. Le agradezco mucho su tiempo y amabilidad para atenderme.
Ambientada en dos tiempos, nos vamos, por un lado, a 1992, donde Mario y Aitor disfrutan de las colonias infantiles de verano en Hondarribia, Guipúzcoa, cuando descubren en una cueva el diario del pirata Jean Fleury, que, según la leyenda, asaltó a Hernán Cortés y le robó su tesoro más preciado. Juntos se embarcan en una peligrosa peripecia cuando deciden estudiar más a fondo el contenido de esas páginas.
Y, por otro, saltamos a 2022 donde el grupo de las colonias se reencuentra treinta años después, cuando Mario aparece muerto en extrañas circunstancias. Aitor sospecha que está relacionada con lo que sucedió aquel verano. Pero destapar la verdad puede significar que uno de sus antiguos amigos sea un asesino.
LAURA AZCONA: De todos los comentarios que he recibido desde que se publicó el libro, el que más se repite es el de «no puedo dejar de leer». Y, en ese sentido, estoy muy orgullosa. Porque algo que tiene la novela es ritmo. Y eso, unido a una trama interesante, hace que la mayoría de personas que han empezado a leerla la terminen en dos, tres e incluso un día.
La historia en sí es un thriller policial que tiene mucho de aventura y de misterio. Es una mezcla muy interesante y creo que está funcionando muy bien.
LA: Lo cierto es que soy periodista y he trabajado de redactora en varios medios, pero a nivel de ficción, esto es lo primero que escribo de esta envergadura. También he escrito algún guion y textos cortos, pero nunca me había lanzado a escribir una novela. Así que como primera toma de contacto con la ficción y en este formato, no puedo pedir más.
De mis primeras lecturas recuerdo devorar libros de Los Hollister en casa, del Barco de Vapor, de Los Cinco… De modo que hay mucha influencia de este tipo en esta primera incursión literaria.
LA: De novela negra y thriller en la actualidad me encantan Mikel Santiago, Ibón Martín, Noelia Lorenzo Pino, Susana Rodríguez Lezaun… y de literatura en general me decanto por el realismo mágico de Gabriel García Márquez o Isabel Allende.
LA: Supongo que Sherlock Holmes sería un tipo muy interesante tanto de conocer como de crear. Alguien con muchas luces… pero también muchas sombras.
LA: Lo cierto es que aún no me ha dado tiempo a desarrollar muchas manías, pero lo que sí que necesito es tener buena luz para no forzar mucho la vista.
LA: Supongo que cualquier momento, si estás inspirada, es perfecto. Pero en mi caso, creo que por las mañanas estoy mucho más fresca. En cuanto al lugar, yo me he habituado a una habitación muy concreta de mi casa, pero no me costaría encontrar otros rincones en los que sentirme cómoda. Soy de buen conformar.
LA: El terror o el realismo mágico, como he comentado anteriormente, me llaman también mucho la atención.
LA: Estoy leyendo El lugar, de Annie Ernaux, y lo estoy disfrutando muchísimo. En cuanto a escribir, he comenzado a darle vueltas a una segunda novela.
LA: Todavía no puedo hacer una lectura de visión muy amplia, pero creo que es un mundo muy interesante y lleno de oportunidades y personas increíbles. Hay voces cada vez más consagradas y otras que surgen muy llamativas también.
LA: Publicar una novela es un sueño y una alegría indescriptible. Es muy satisfactorio escuchar todos los comentarios de los lectores, ver sus interpretaciones, cómo hacen partes de la historia suyas o algunos rasgos de los personajes. La verdad es que está siendo una experiencia increíble y estoy deseando repetir.
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