Decálogo del perfecto cuentista, de Horacio Quiroga

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Horacio Quiroga, fue un dramaturgo y poeta uruguayo cuyo nombre real era Horacio Silvestre Quiroga Forteza. Nació en 1878 y murió en 1937, por suicidio. Al enterarse de que padecía de cáncer de próstata, tomó un vaso de cianuro en el mismo hospital donde permanecía ingresado.

Además de dejarnos numerosas buenas obras literarias, que a continuación resumiremos, también nos dejó su famoso «decálogo del perfecto cuentista». Hace dos días, yo misma compartía mi propio decálogo del buen escritor; hoy también os ofrezco el decálogo de este gran escritor que desgraciadamente nos dejó muy pronto. ¡Espero que lo disfruten!

Obras literarias de Horacio Quiroga

  • «Diario de viaje a París».
  • «Los arrecifes de coral».
  • «El crimen del otro».
  • «Los perseguidos».
  • «Historia de un amor turbio».
  • «Cuentos de amor, de locura y de muerte».
  • «Cuentos de la selva».
  • «El salvaje».
  • «Las sacrificadas».
  • «Anaconda».
  • «El desierto».
  • «Los desterrados».
  • «Pasado amor».
  • «Suelo natal».
  • «Más allá».

Para ser un buen cuentista… (Por Horacio Quiroga)

  1. Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
  2. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
  3. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
  4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
  5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
  6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: «Desde el río soplaba el viento frío», no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
  7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
  8. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
  9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
  10. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

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